viernes, 7 de noviembre de 2025

No se equivocaba el pensador suizo Hermann Burger con su jocoso comentario de que cada suicida se encuentra en el estado de lo sucedido en Stalingrado. Pero el suicidio también es comparable a un alzamiento militar donde: «vuelan por los aires todas las soluciones y todos los problemas».

                A fuerza de transgredir todas las determinaciones de la vida —sus dogmas, esquemas, inercias, imperativos orgánicos— podemos alcanzar un orden invertido donde el caos se vuelve «anatema».

                Al igual que ocurre con los alzamientos militares, espumarajos de violencia so pretexto de un orden imposible, lo seductor del suicidio representa lo ancestral de su barbarie.

                El suicidio no transfigura el ser por el no ser —movimiento imposible—. ¿Y qué redención se conquista con la muerte? Ninguna. Pero el sufrimiento posee infinitas dimensiones, cada una de las cuales se nos revela como un trastorno de lucidez insobornable. ¿Deshacerse, sucumbir, doblegarse? No hay redención, solo descomposición del principio de lo vital. Cruel, pero luminosa descomposición. Escribe Burger en su Tractatus Logico-Suicidalis:

"382 Los dolores representan el color en el cuadro abstracto de una enfermedad psíquica. No debería extrañarnos que un terapeuta nos diga: "Es usted demasiado multicolor para mí".

383 En relación con la muerte, la enfermedad es un parvulario de la estética».

jueves, 2 de octubre de 2025

Debí haber prometido —hace ya mucho tiempo: no lo recuerdo— retirar el último velo. ¿Tan joven era? ¿O tan decrépito? ¿Es la inmundicia excusa de lo momentáneo? ¿Es lo momentáneo una quiebra en la eternidad? Quise ser el monstruo que desnudase el azar en su prestigio. O el sentido en su insolubilidad. 

Somos el alimento preferido de Algo.

Pronto comprendí, a mi pesar —pues todo lo que vivo es a mi pesar—, que el último velo es idéntico al primero, que las cosas no se esconden: están vacías. 

(Poco a poco el velo iba reconstituyéndose, retornando a su falso orden anterior, como el silencio en el fondo de un clarinete o una corneta, agazapado y enseñándole los colmillos a tu aliento, impotente pero redundante: incapaz de sucumbir a lo obtuso de tu letargo).

Tus llantos, tus amores, tus sublimes y encantadores paroxismos… Todo se dará de bruces contra el vacío —anulador—. ¿Y a quién culparás cuando tampoco tus injurias e imprecaciones puedan caer ya hacia ningún lado, en apariencia eternamente erguidas, pero apenas enquistadas en la ingravidez?  

La fragilidad del signo es intocable. 


sábado, 12 de abril de 2025

En términos morales solo hay dos opciones serias: el quietismo o la fe. La segunda tiene la aparente ventaja de ser movimiento. ¿Pero hacia qué? Hacia el descubrimiento, tal vez, de que Dios es un quietista convencidísimo.

martes, 8 de abril de 2025

La fobia al spolier es el síntoma más evidente de la superficialidad de los productos culturales del momento, cuyo fin es solo el entretenimiento de las masas. En la buena literatura no hay spolier: Don Quijote muere entristecido luego de recuperar su cordura, Ana Karenina se suicida arrojándose a las vías del tren, Raskolnikov le entrega su amor a una prostituta y se redime, a Gregor Samsa lo mata su padre tirándole una manzana en el caparazón… —Qué gran final el de La metamorfosis, por cierto. Creo que todos estamos en ese mismo estado de degradación, a punto de sucumbir: nuestra herida ya está infectada. Es solo cuestión de tiempo que le hagamos a nuestros seres queridos el favor de morirnos.

sábado, 29 de marzo de 2025

Veo a la luz poco pulida. ¿Cómo un Dios todopoderoso y omnisciente podría ser tan mediocre creador? La luz tiene muchos problemas estéticos, aunque quizá el más importante de sus problemas sea de tipo práctico: no te puedes refugiar en la luz durante un bombardeo nuclear.