jueves, 2 de febrero de 2023

¿Se enamoran, graciosillos y petulantes, los gusanos? ¿Puede amar un gusano a otro gusano? ¿Y puede ese otro gusano amar a un gusano diferente del primero, y rechazar a éste como a un ser indigno? ¿Sufren por amor los gusanos rechazados, los seres indignos e indeseables que proliferan en las colonias? ¿Se envanecen los gusanos cuando rechazan a otro gusano? ¿Cuánto se parecen realmente los gusanos a los hombres…?

Difícil saberlo, difícil saberlo, como casi todo en este mundo. Aparte de que ningún hombre se ha enamorado jamás de ningún gusano, y de que ningún gusano se ha enamorado jamás de ningún hombre, aunque copule en su corazón y se reproduzca en sus entrañas, todo lo demás es incierto y misterioso.

Puede morir un optimista, que los gusanos se alimenten de su putrefacción, que uno de esos gusanos sea utilizado como cebo para pescar un pez y que ese pez del que se alimentó el gusano acabe en la tripa de un pesimista. ¡Un optimista puede, sin saberlo, acabar en la tripa de un pesimista! No lo digo yo: lo dice Hamlet.