—¡Que bufanda tan extraña! —exclamó un cazador, en medio del bosque.
Entonces llamó a su perro, que se acercó sumiso meneando el rabo.
—Toma, amigo, te la regalo.
Y le colocó a su perro alrededor del cuello la piel de la serpiente. Enroscada en un árbol, la serpiente contemplaba la escena lascivamente.
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