miércoles, 27 de octubre de 2021

El amor se puede definir como un impulso por el consumo de los cuerpos y la posesión de las almas. Si el que ama es un espíritu tendente a lo abstracto, lo llamamos romántico; y si es, por el contrario, un espíritu mundano, lo llamamos cínico.

Cuando en un mismo espíritu, sin embargo, se dan ambos estados naturales de la conciencia, a saber, el impulso tanto a lo abstracto como a lo mundano, se trata simplemente de lo que podemos intelectualmente referir como "una polla inquieta".

(En este sentido, un caníbal muy supersticioso sería en términos adecuados y no sexuales, un gran amante. Concibo, además, la posibilidad de una tribu caníbal que ritualice la vergüenza como forma de deshumanizar a sus víctimas antes de comérselas. ¿Acaso no es ese juego secreto al que acostumbran las "pollas inquietas"? Un juego de avergonzamiento de la carne y del espíritu ajenos que trivialice su propia vergüenza, que vengue su naturaleza banal y dominada por insanos y caprichosos deseos de avergonzar).

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