martes, 23 de noviembre de 2021

La vida, la verdadera vida, no se encuentra dentro de sí misma, atiborrándose de experiencias y engullendo instantes en el hartazgo del devenir, sino fuera, más allá de la intuición y el pensamiento, en los éxtasis aciagos o en el sopor balbuciente e inmaculado del espanto.

Para vivir es suficiente con asomar la cabeza y enderezarse; pero querríamos retornar al origen, ir más allá del principio y la identidad, corregir límites y horizontes, rectificar vacíos y anular misterios. La religión es una nostalgia del útero... 

¿Quién, de entre todos vosotros, miserables e indecisos, deprimentes suicidas y lúcidos discretos (torcidos, en suma) no anhela ese retorno al útero materno, embriagarse de nuevo con los vapores más íntimos de la sangre? 

Aparentemente, un coño puede ser una tumba... 


1 comentario:

Cabrónidas dijo...

Será una tumba, pero nacer es el único acto verdaderamente testimonial que un humano puede llegar a realizar. Después, todo lo demás.