sábado, 29 de junio de 2019

Mediocridad

Le tengo manía a los poetas que escriben en verso casi como si fuese prosa –ahora es lo que se lleva: versos desmigajados, sin aliento poético: solo palabras que se amontonan y frases que caen una sobre otra subrayando perogrullada tras perogrullada: eslóganes ingenuos a fuerza de negarse a parecer maliciosos–. Es como si le tuvieran más miedo al ridículo que al cliché, más miedo a resultar empalagosos que a ser aburridos... Da la sensación, con leerlos, que se estuviesen esforzando en no esforzarse. 

Por otra parte, que la mediocridad esté tan extendida me consuela: así no me culpo tanto por la mía. ¿A quién hay que matar? Lo único imperdonable, que el ego no olvida: que tu mediocridad cotice tan bajo.

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