jueves, 15 de noviembre de 2018

El oficio de vivir, de Pavese

«La razón por la que las mujeres han sido siempre "amargas como la muerte", sentinas de vicios, pérfidas, Dalilas, etcétera, es, en el fondo, sólo ésta: el hombre eyacula siempre —si no es un eunuco— con cualquier mujer; mientras ellas llegan raramente al placer liberador y no con todos, y frecuentemente no con el adorado —precisamente porque es el adorado— y si llegan una vez no sueñan ya en otro. Por el deseo —legítimo— de ese placer están dispuestas a cometer cualquier iniquidad. Están obligadas a cometerla. Es lo trágico fundamental de la vida, y el hombre que eyacula demasiado rápidamente es mejor que no hubiese nacido. Es un defecto por el que vale la pena matarse».

«El verdadero raté (fracasado) no es aquel que no acierta  en las grandes cosas —¿quién no ha acertado nunca?— sino en las pequeñas. No llegar  a conservar un amigo, no satisfacer a una mujer; no ganarse la vida como cualquiera. Este es el raté más triste». 

«Que la vida es una lucha por la vida se ve bien en las relaciones sexuales de hombres y mujeres, donde, a pesar de todos los esfuerzos educadores del ideal caballeresco, a pesar de las exigencias sociales de conformismo y permanente resignación, a pesar de todo, es sacrosanto que se rechace al otro si no da el placer requerido y liberador».

«Ni desengaño ni celos me habían producido nunca este vértigo de la sangre. Hacía falta la impotencia, la convicción de que ninguna mujer disfruta un polvo conmigo, que no lo disfrutará jamás (somos lo que somos) y de ahí esta angustia. Si no otra cosa, puedo sufrir sin avergonzarme: mis penas no son ya de amor. Pero éste es verdaderamente el dolor que acogota todas las energías: si no se es hombre, si no se posee la potencia de ese miembro, si se debe pasar entre las mujeres sin poder pretende^ ¿cómo es posible hacerse fuerza y aguantar? ¿Hay un suicidio mejor justificado?».

No hay comentarios: