domingo, 4 de noviembre de 2018

No todo es horrible en este mundo: basta cualquier porción insignificante de luz para acabar con la oscuridad. Y he aquí el horror insoportable: el más ínfimo consuelo nos es suficiente para marchar hacia adelante –e incluso si fuese posible hundirse en la noche, en la noche absoluta de la muerte, qué consuelos no hallaríamos, abrazados a penumbras y aguijones, como esqueletos penosos y lascivos, masturbándonos en el vacío. Amamos nuestra desgracia; tributamos nuestra soledad: por puro orgullo es que seguimos vivos.

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